Saltar al contenido

EL PRECIO DEL ARTE Y EL VALOR DEL CUERPO. Domingo Mestre

  • por
Objetos a la venta durante la performance

Un video amateur grabado anónimamente ha generado un gran escándalo mediático en Brasil. En estos momentos es uno de los más vistos en las redes sociales y hasta la poderosa TV Globo le ha hecho un hueco en sus informativos de alcance nacional. Incluso el asunto ha llegado a la Comisión de Educación del Congreso. Y cuál es el contenido de ese vídeo, se preguntarán ustedes. Pues, en él, lo que se puede ver es a cinco estudiantes de arte, sentados en sillas completamente desnudos, pero sin ninguna connotación sexual. Están ubicados alrededor de una mesa, que cumple las funciones de un puesto de mercadillo de objetos usados, tipo feria o rastro. Los cinco jóvenes están desarrollando la partitura de su performance que consiste en atender y, a ser posible, conversar sobre el mercado del arte con los interesados por los objetos personales que han puesto a la venta. Entre ellos se incluye, como se puede ver en la fotografía, un paquete de tabaco y otro de pilas, ambos a medias o una compresa sin usar, junto a un consolador anal (este sí, presumiblemente usado pues carece de envoltorio). La diferencia que los caracteriza, además de la desnudez de sus vendedores, es que los precios son exageradamente elevados para el contexto, como si fueran obras de arte reconocidas institucionalmente como tales.

Imagen de la performance en la que hemos cubierto el rostro de los participantes al conocer que el Ministerio Público había ordenado una investigación de la Policía Civil

Dentro de la oferta se incluye, también, toda la ropa con la que los artistas en formación llegaron vestidos al lugar, que no es otro que el Hall de entrada del edificio de Artes del Instituto de Letras y Artes (ILA) de la Universidad Federal de Rio Grande (FURG). Una sala amplia que sirve de distribuidor del edificio, pero que también forma parte del Núcleo de Exposiciones de la universidad. Allí se organizan, habitualmente, exposiciones y performances. Junto a ellos, aquel día, se estaban celebrando diversos actos similares por toda la universidad. Se exhiben ejemplos y muestras de procedimientos o resultados de los grupos de investigación científica que, al igual que el que nos ocupa, estaban organizados en su gran mayoría por los alumnos de los cursos superiores y de posgrado. Todos se integraban, de manera más o menos informal, dentro de la programación de la Semana de Acolhida Ciudadá (en España se diría de Bienvenida) a los nuevos estudiantes (calouros se les llama en Brasil), organizada por la Dirección de Arte y Cultura de la FURG.

Grabado de forma anónima y reproducido inicialmente el vídeo en algún medio de comunicación local, primero la Coordinación de Artes del ILA y después el propio Rector de la FURG emitieron sendos comunicados apoyando la performance de los alumnos, quienes también emitieron su propio comunicado, como puede verse en la imagen de portada tomada de su cuenta de Instagram @coletivoanimalia. Posteriormente, el Comité de Poéticas Visuales de la Asociación Nacional de Investigadores en Artes Plásticas (ANPAP) emitió su propio comunicado avalado sin fisuras por la Directiva de la Asociación. Alimentada por toda esa pólvora institucional, contestada ferozmente desde los medios de ultraderecha y las redes portavoces del discurso del odio hacia cualquier tipo de diferencia o libertad, la noticia fue escalando hasta el nivel estatal primero y, desde allí, saltó a la escala nacional, para llegar, en tiempo récord, a los debates del Congreso.

¿Objetivo de la polémica? Esencialmente,debatir si la universidad pública tiene libertad para formar a sus alumnos según los criterios científicos y humanistas que la caracterizan o son las mentes más cerradas o enfermas, aquellas que se muestran incapaces de soportar la visión de un cuerpo desnudo no sexualizado, quienes dictan las formas y contenidos de la formación universitaria. La respuesta, para mí es obvia: la enseñanza de las artes está íntimamente ligada al estudio del cuerpo humano -al igual que la medicina o la fisioterapia- y eso conlleva la obligada convivencia del alumnado con los cuerpos desnudos.

Y esto es así desde hace cientos de años, como podemos ver en las fotografías del Museo del Prado, que son de finales del siglo XIX (época a la que nos retrotrae esta absurda polémica). De hecho, cuando yo estudié Bellas Artes en la Universidad Politécnica de València, a finales de los años 80, tuve clases con modelos desnudos durante cuatro de los cinco años de la carrera. Y era más que habitual encontrarse con gente sin ropa en el bar, o por los pasillos, ensayando sus performances antes de presentarlas en público. A día hoy, por otra parte, es práctica absolutamente normalizada en el campo de las Artes Vivas, donde prestigiosas artistas como Esther Ferrer llegan a impartir sus conferencias completamente al desnudo, y lo hacen con declarado objetivo político.

Porque es aquí, en el campo de la intervención artística autoconsciente de su carácter inevitablemente político, tanto de lo que se hace como de lo que se deja de hacer, donde se debe encajar el trabajo del Coletivo Animalia, que es el nombre con el que el grupo de alumnos firmaba su acción, titulada Quanto Vale?”: Uma Intervenção Artística Sobre a Valorização da Arte e do Corpo. Una interesante propuesta artística cuyo objetivo político está claramente expresado en la doble pregunta sobre el precio y el valor, tanto del arte como del cuerpo desnudo. Un trabajo que, a mi entender, remite claramente a la obra Mierda de artista, del italiano Piero Manzoni. Una obra seriada que, recientemente, batió sus propios récords al venderse una de las latas por 275.000 euros, cerca de 1.500.000 reales al cambio.

«Quanto vale?» es una performance cuyo valor artístico resulta indudable, dada su demostrada capacidad para inquietar y remover conciencias, para abrir debates e, incluso, para provocar posicionamientos institucionales y políticos que expanden el alcance de sus intereses iniciales. Y lo consigue sin olvidar su pregunta inicial sobre el mercado del arte y el valor simbólico y político del cuerpo desnudo. Cuánto vale toda esta polémica. A mi juicio mucho, aunque lo ideal hubiera sido que no se hubiera producido en estos términos, obviamente. Lo deseable es que el debate se hubiera centrado en otros aspectos más interesantes como el del posible coeficiente de arte, en términos duchampianos, de aquellos objetos contaminados por la vocación artística de sus propietarios. Dicho de otra forma, ¿en qué se diferencia la compresa del Colectivo Animalia, ofertada a 1499,99 reales (30 euros), de la banana Comediante que el reconocido artista Maurizio Cattelan puso a la venta, y vendió por 130.000 euros (cerca de 800.000 reales), en la Feria de Arte MACO de México en 2019.

A modo de conclusión, cabría preguntarse para qué sirve el arte contemporáneo si no es para sacudir conciencias y abrir las mentes, expandiendo de esta forma los restrictivos imaginarios colectivos impuestos por la cultura hegemónica y el poder establecido. Responder es algo que ya no me corresponde a mí. Eso es cosa suya, querido cuerpo humano que está leyendo estas palabras -que, por cierto, escribo completamente desnudo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *