Foto: Estrella Jover Foto Ana Cian
Sí que pudo celebrarse la misa punkroquial que sirvió para presentar la revista “Sublime”. Vinieron Eugenio Merino y Avelino Sala a oficiarla, aunque en estos días también hemos podido saludar a Pelayo Varela y a otros insignes colaboradores de la misma, como Valentín Roma y Daniel G. Andújar, que vinieron a Valencia a inaugurar una exposición de este último. La misa contaba con un libreto en el que se había señalado los momentos en que los feligreses debíamos responder a una femenina voz robótica que ejercía de pastora, así como otros detalles que indicaban cuándo debíamos levantarnos, arrodillarnos o permanecer sentados. Entre las respuestas previstas había algunos mantras artistológicos que todos debíamos repetir a coro. Entre ellos, por poner un ejemplo: “Comisario ten piedad; Galerista ten piedad; Coleccionista ten piedad”. También se leyó un fragmento de la carta del apóstol San Fernando Castro Flórez y del santo evangelio del citado San Valentín Roma. Después rezamos algunas oraciones por las últimas galerías y espacios de arte difuntos y acabamos con un divertido Credo en el Dinero que precedió al reparto gratuito de ejemplares entre los parroquianos.
Fotos: Ana Cian
Por la tarde pudimos disfrutar de la performance Rállate, de Elia Torrecilla y Cristina Geti. Inspirada en la estética de las vanguardias de hace un siglo, las artistas bailaban al ritmo robótico de un video que las acompañaba y terminaron invitando al publico a sumarse a su particular fiesta de las rallas. Después de ellas hubo otra performance titulada En Tensión, de Alba y Mish Cabrera y finalmente Ulises Pistolo cerró la jornada con su tradicional concierto, que este año tituló Transubstanciació. Esa música especial que cada año compone para estimularnos y sanarnos el alma cuando el festival está a punto de terminar. Este año se superó a sí mismo, incorporando una hermosa voz femenina que sirvió para redondear el ambiente sacro y espiritual de esta jornada, que tuvimos que celebrar íntegramente en la ex Iglesia por culpa de la meteorología.
Fotos: Ana Cian